La fuerza de la constancia
A menudo me preguntan si me
resultó difícil publicar Dos muertos y
pico. La verdad es que no fue nada fácil. Envié el manuscrito a varias
editoriales y todas me contestaron diciendo que les había gustado la obra, pero
que no encajaba con el perfil de ninguna de sus colecciones. Cada vez que abría
el sobre y leía la respuesta negativa era como si me hubieran echado un cubo de
agua fría encima. La verdad es que era bastante desalentador, pero yo creía en
la calidad del diario de Daniel, y las personas de mi entorno también, así que
no me di por vencido. Perseveré, insistí y volví a insistir con constancia y
tenacidad a prueba de bomba, hasta que finalmente, el mismo día en que recibía
otra negativa, me llamaron de Bruño para anunciarme que deseaban publicar la
novela. El esfuerzo bien había valido la pena y recordé entonces una fábula que
había leído hacía años y que ahora quiero compartir con vosotros. Espero que os
guste.
Un día muy caluroso de verano, un pajarillo salió en busca de alguna
fuentecilla o charca en la que poder saciar la sed que le abrasaba. Después de
varias horas de recorrer los campos de manera infructuosa, descubrió una
botella medio llena de agua que algún excursionista debía de haber olvidado
entre unos matorrales. Metió el pico por la boca del recipiente, pero por mucho
que lo intentaba, no conseguía alcanzar el deseado líquido. Estuvo a punto de
darse por vencido y alejarse de allí dejando toda aquella agua tras de sí, pero
entonces tuvo una idea e inmediatamente la llevó a la práctica. Empezó a
recoger piedrecitas con el pico y a meterlas dentro de la botella. Cada vez que
introducía una chinita, el nivel del agua ascendía, pero casi de manera imperceptible.
El esfuerzo era tan grande y los resultados tan poco visibles que a punto
estuvo de abandonar el intento en varias ocasiones, pero perseveró y continuó
echando una piedrecita tras otra dentro de la botella hasta que por fin, el
agua ascendió hasta el gollete y el pajarillo pudo alcanzarla con el pico y
beber hasta saciar completamente su sed.